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miércoles, 31 de julio de 2013

¿A donde va todo el mundo con tanta prisa?

Al mirar las calles desde mi ventana lo único que veo son personas que van de un lado a otro, rapidamente. Todos parecen tener prisa. Han quedado, van al trabajo, a buscar a los niños al colegio... Algunos de ellos van con la mirada perdida, en el frente, mirando hacia ese horizonte de edificios grises, hacia esa masa de niebla atestada de contaminación, que deja en la ciudad un color grisáceo. Otros atienden al móvil, a una llamada o a un mensaje. Parece que están absortos por las máquinas, sienten una furibunda necesidad hacia ellas. Ninguno de ellos podría vivir sin el teléfono durante mas de dos días. Hay otros que van cargados de bolsas. Ropa, aparatos electrónicos, zapatos, cuadros y otros elementos decorativos. Y piensas ¿para que necesitan todo eso?

Me asusta esta sociedad. No se en que nos hemos convertido. Me fijo en esas personas que caminan atadas a sus teléfonos, que necesitan todas esas bolsas llenas de cosas inútiles para sentirse satisfechas con sus vidas, que miran hacia el horizonte en busca de algo que les ayude a sobrellevar la rutina, a darle sentido a la vida que han escogido.

Cuando estos pensamientos cruzan mi mente suelo ponerme a recordar mi infancia y juventud. Tuve la suerte de criarme en un pueblo, un lugar sano. Recuerdo salir todas las mañanas a comprarle el pan al panadero, encontrarme con mis vecinos y saludarles con un buenos días y una preciosa sonrisa. Recuerdo que un viaje al río, un paseo por el bosque o una simple tarde en el palco de la fiesta tomando pipas con mis amigos me llenaba. Recuerdo mi primer beso, en las fiestas del pueblo. Recuerdo las tardes tirado al sol en el césped y las mañanas dándole de comer a los animales. Sin duda ese entorno era mucho mas sano para nuestras vidas.

Tengo claro que sino cambiamos un poco nuestra forma de vivir, de ver las cosas, lo único que nos producirá será una vacío terrible y la perdida de millones de sentimientos y sensaciones buenas. Terminaremos viviendo para trabajar, y trabajando para conseguir dinero, y ese dinero nos los gastaremos en cosas que no necesitamos, pero que nuestra sociedad nos hace pensar que si. Y la felicidad será cosa del pasado.

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